Como sigo convaleciente de mi rodilla, y no puedo correr, he aprovechado para descubrir rutas con mi bicicleta.
Todo está tan seco que ha sido como pedalear por el desierto.
Matojo bajo seco y piedras, en un lugar en la que ni las chicharras cantan aunque si me he encontrado con algún halcón despistado.
Unos dirán que es un paisaje feo, pero a mí me encanta, también me relaja este tipo de denostracion de fuerza devastadora de la madre naturaleza.
El domingo pase por una zona de pinos y me fijé en que ya tienen un tomo verdoso claro, casi flúor en las copas de las ramas, como si buscasen vida en el cielo, como sonriendo a la lluvia para que les visite.
Al final he rodado 125 kilómetros en tres días, he nadado 3 kilómetros y he añadido algo de gimnasio y Yoga, ha sido un gran fin de semana.
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