Yo también estuve allí,
en esa lengua de agua sagrada llamada río ebro
que en otras ocasiones he nadado lleno de sonrisas.
Yo también estuve allí,
dispuesto a demostrarme a mi mismo que también
se podía disfrutar subido en una bici de montaña.
Rodeado de compañeros, hermanos,...
mis mejores amigos, con alguna ausencia obligada,
pero rodeado de esos a los que quiero para siempre a mi lado.
Y nos subimos a una furgoneta llena de bicis, risas y
bidones de bebida isotónica.
Y almorzamos donuts, magdalenas, tarritos hero baby,
barritas y macarrones,...muchos macarrones.
Y pasamos calor, hinchamos ruedas, colgamos dorsales,
me falta un gel, yo te lo doy, ¿va a hacer viento?,
¿dónde están los boxes?.
Y empezó a nublarse y se dió la salida
y el ebro estuvo perfecto, acariciando nuestros neoprenos y
dejándonos disfrutar de lo lindo.
Y nos subimos en la bici, y empezó a caer, a caer y a caer
y lo que era una fiesta del deporte se convirtió en una
lucha sin cuartel entre la naturaleza y el triatlón mas puro.
Sin medallas, sin clasificaciones, sin copas,
solo nosotros y el entorno,...
Yo estuve allí y llegué hasta donde la naturaleza me dejó,
nadando, haciendo 17 kilómetros de bici y barro y sudor y miedo
y corriendo mas de 21 kilómetros.
Yo estuve allí, soy triatleta, acabé y sonrío.
Gracias!
1 comentario:
Jose!!!! ...
enternecedor... que ganas de peladear me han entrado...
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