sábado, 16 de septiembre de 2017

16 de Septiembre

Las tormentas caídas ayer han dejado 
el campo maravilloso.



Tanto, que esta mañana he corrido 
mas de lo que tenía previsto empujado por el frescor de la mañana, las gotas de lluvia recogidas sobre las plantas y el aire limpio.
Mientras corría, estaba pensando en que si no sentía dolor, no tenía sentido renunciar a alargar el momento hasta la hora del partido de fútbol de Pablo, mi hijo mayor.
Pensando en grande y arriesgando es como siempre he encontrado la certeza de que los imposibles los inventan los mediocres.



No es necesario ser el mejor en nada, pero no ir un paso más allá, no intentarlo por las indicaciones de un erudito es una lástima, y honestamente, creo que nunca merece la pena.

También me ha venido a la mente lo buenas que son las crisis para cribar a la gente que merece la pena y la que se interesa por uno solo cuando tiene algún interes personal en ello.

Disfruto de cada momento y cada compañía sin más, pero cada vez tengo más claro que no tengo que seguir sintiéndome mal por ir a la mía, ya que es lo que hace todo hijo de vecino.



He corrido 13 kilómetros y luego, he disfrutado de un estupendo paseo de más de una hora en bici con mi familia, que gran día.





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