Hoy ha sido uno de esos días en los que
parece que todo el rato es cuesta abajo
en bici.
Tras la semana terrible con lunes, martes
y miércoles entre Bilbao y Barcelona, he salido
en bici esta tarde.
Una tarde con temperatura perfecta, lo que no ha
hecho sino mejorar aún mas si cabe,
este entorno teñido por la luz fría e ideal
del invierno que riega el olor a tierra recién
trabajada presente en esta época del año.
Y he sido testigo de todo esto desde la carretera,
desde el sillín de mi bicicleta, surcando
las amarillentas hojas caidas de los árboles
y levantándolas a mi paso a modo de mariposas
revoloteando en una tarde de invierno.
Así he subido al maigó yendo casi hasta Ibi, Castalla
y vuelta por caminos para completar 97 kmts a una media
de 29 por hora.
Cuanto mas tiempo llevo en esto, menos lo entiendo,
no estoy entrenando nada y hoy me he sentido como
Carlos Sastre.
Mañana subo Tudons muy despacito,a aprovechar.
Si hago mas de 3h40 vuelvo a hacer 10 horas esta
semana...
Y digo lo de aprovechar porque me da que esto se va a
acabar bastante antes de lo previsto, es demasiado
lo que dejo para seguir contándome que vale la pena,
aunque a lo mejor lo necesite para ser feliz del todo,
mi cabeza no para de pensar y siento que mis cimientos
se están empezando a resquebrajar bajo mis pies y, de
entrada, no lo voy a consentir.
La semana que viene vuelvo a estar toda entera en BCN,
estoy cansado y triste, quizás necesite vacaciones, quizás
nadar entre peces.
Quizás hoy esté como dice el fragmento del poema
me sobra el corazón de Miguel Hernández:
Hoy estoy sin saber yo no sé cómo,
hoy estoy para penas solamente,
hoy no tengo amistad,
hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
y ponerlo debajo de un zapato.
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