sábado, 4 de marzo de 2017

Febrero 2017. ¿Mala o buena suerte?

No es la primera vez que aquí hago mención a este cuento oriental que  ilustra o resume de una forma poética una de las premisas más importantes en las que creo.


Mala suerte, buena suerte, quién sabe

Un granjero vivía en una pequeña y pobre aldea. Sus vecinos le consideraban afortunado porque tenía un caballo con el que podía arar su campo. Un día el caballo se escapó a las montañas. Al enterarse los vecinos acudieron a consolar al granjero por su pérdida. “Qué mala suerte”, le decían. El granjero les respondía: “mala suerte, buena suerte, quién sabe”.

Unos días más tarde el caballo regresó trayendo consigo varios caballos salvajes. Los vecinos fueron a casa del granjero, esta vez a felicitarle por su buena suerte. “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”, contestó el granjero.

El hijo del granjero intentó domar a uno de los caballos salvajes pero se cayó y se rompió una pierna. Otra vez, los vecinos se lamentaban de la mala suerte del granjero y otra vez el anciano granjero les contestó: “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”.

Días más tarde aparecieron en el pueblo los oficiales de reclutamiento para llevarse a los jóvenes al ejército. El hijo del granjero fue rechazado por tener la pierna rota. Los aldeanos, ¡cómo no!, comentaban la buena suerte del granjero y cómo no, el granjero les dijo: “Buena suerte, mala suerte, ¿quién sabe?”.

Y es que mi Mala suerte pudo haber sido que....

.....Hace hoy más de 20 días que me crugió la rodilla enferma, esa que se, llegará un día en el que diga basta....
Se me quedó enganchada sin más, hizo un ruido nuevo y se inflamó,.... Algo que no había pasado hasta hoy.

Así y todo, cerré el mes con 418 kilómetros.


Ha tocado intentar reinventarse de nuevo, pisar otra vez de forma distinta....
Intentar no pensar demasiado en esa peor opción.... Porque en mi vida, es muy importante correr....



Y ¿sabes?,....
Esta dosis de realidad me ha puesto en contacto con esa esencia que a veces pierdo fruto de la ambición, de sentirme fuerte, de los tiempos o quizás, de nuevos retos.


Este susto (espero), me ha hecho volver a valorar cada minuto, cada zancada, cada amanecer,.... 


Volver a ver cada metro como una oportunidad única de disfrutar de esta vida regalada..... 


Y lo había olvidado un poco, la verdad, fruto de, como casi siempre, querer MÁS... Mal endémico de las cosas que funcionan.
Y hoy tengo la sensación de que, de un modo u otro, esta lesión que espero
no sea definitiva, me ha rescatado de un camino extraño en el que me había posicionado, que buena suerte al fin y al cabo...
Quiero dar las gracias desde aquí a mi familia, a mis amigos y a Pasqui Carrillo, FISADE, quien me ha ayudado y apoyado mucho, y es que cuando uno está rodeado de gente increíble, tiene una vida increíble.


Seguimos sumando, muchas gracias!
A por marzo, a por Lavaredo, a disfrutar!
Sed felices.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La suerte no existe amigo, ni mala ni buena. Tu actitud es lo que vale, y la tuya es ejemplar. Que la tierra te sea leve.