Hace una semana que acabé la UTMB
y me quedan sensaciones y algún recuerdo.
Ante todo, impera esa sensación de que,
completar un reto así, va muchísimo mas allá de lo deportivo,
mucho mas allá de horas y puestos….
Recuerdo que, cuando corría IronMan, me impresionaba ese
momento en que vas tan “vacío” que cada bocanada de aire
que respiras se convierte en una especie de agua bendita que
riega todas y cada una de las partes de tu cuerpo con vida,
con energía….
Ahora sentí como eso sólo era el principio, en 39 horas de carrera,
llegué a un punto en que fuí capaz de dejar pasar lo negativo,
de cargarme de energía positiva que absorbia desde todos y cada uno de
los montes que me rodeaban a través de los poros de mi piel,
de relajarme centrado sólo en la suerte que estaba viviendo, el privilegio de estar allí.
Llegué a una especie de Nirvana infinito, a una sensación que no tiene nada que ver con correr, con andar, o con hacer deporte…
Imagino,
bajé de una forma profunda y desconocida hasta lo más básico de mi
existencia humana, algo primitivo, brutal, maravilloso,…
Sentí
cómo podía acariciar mi energía vital y jugar con ella,mientras era
mecido por unas zancadas que no eran mías, o por amaneceres y
anocheceres, entre gritos de ánimo, cencerros y hogueras, emocionado,
MUY emocionado….
Así viví la experiencia del UTMB, y con eso es con lo que me quedo hoy,
y
lo que realmente recuerdo, eso,…y una primera noche estrellada como
jamás vi otra,….y una estrella fugaz brutal que ilumino el cielo hasta
perderse tras el gran Mont Blanc cuando sólo me quedaban 9 kilómetros
para cumplir mi sueño.
Hace unos años iba a meditar a un centro budista,
dejé de hacerlo por “falta de tiempo”, justo en el momento en que
entendí que,….corriendo como lo llevo haciendo los últimos años (sin prisa,
sin
a penas nada sobre mi cuerpo cuando el medio y el clima me lo
permiten,… priorizando quizás amaneceres a cronometros, era una forma
válida de meditación profunda.
Y esta semana seguí corriendo, con los dedos de los pies aún dormidos y
alguna molestia en los rotulianos como vagos recuerdos de esas bajadas
interminables,
esas subidas infinitas y esos sueños cumplidos,….troté de nuevo 30
kilómetros en los últimos 7 días, y me bañé en mi cala y corrí juntos a
buenos amigos, y tomé cervezas y conté mil y una sensaciones….
Y seguí
soñando quizás,….con una hebilla de bronce,…. aunque lo que conlleva
(entrenar mas rápido) a priori….está muy lejos de lo que me hace feliz
ahora….eso si,…oportunidades como esta,….pocas veces se dan en la vida....
Aún debo la crónica de carrera.
Sed felices.
3 comentarios:
He llegado aquí a través de Facebook.
Con su permiso me quedo y leo algo.
Para qué una crónica esta ha sido genial, me despejan dudas de por que me llama tanto la atención la ultra y si algún día llegare a realizar una.
Un saludo y enhorabuena
.
Que fuerte. Llorando viendote entrar en esa meta.
Y tan bien acompañado.
Antonio Dieguez
Tiene que ser impresionante, las palabras se deben quedar cortas. Me alegra que lo hayas celebrado con amigos, es que pasarán los días e irás valorando lo que has hecho, enorme
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