Cuando salgo a correr de noche y hay luna llena
o casi llena, me siento acompañado.
Ayer y hoy he salido de noche, por la orilla
de un mar no enfadado del todo, pero tampoco en paz
y bajo la atenta mirada de la luna llena.
Es una sensación brutal.
Ayer hice un cabo con la luna y el frontal y
hoy he hecho cabo y luego he subido a la serra grosa.
Me siento fenomenal, no tan rápido como en otros
momentos de esta vida de pez, pero feliz como hacía
tiempo que no lo estaba.
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