Botamarges-1

Miro por la ventana,
cielo plomizo, día gris, el sol está como conteniéndose…
quizás un poco como yo, que estoy, como casi todos
los días antes de una ultra, “que si, pero como que no”.

Mañana me esperan, si la noche la pasamos bien y
se recuperan mis peques, 63 kilómetros de montaña.

Y la balanza de este libra se pone a recapitular,
los madrugones,
la sonrisa de mis peques,
los entrenamientos a medio día,
Paula,
un día entero de nuestro fin de semana fuera de casa,
mis padres,
un poquito mas de oxígeno,
de crecer para ser mejor compañero de viaje,
una bañá junto a mis amigos,
seguir aprendiendo,
sentarme en solitario y en silencio en lo alto de la S.Grosa,
….

La verdad, si pienso en irme y perderme un día con los míos,
si encima pienso que están medio malitos,
si pienso en levantarme a las 3, desayunar sin hambre,
irme solo hasta Forna y ponerme a correr sin conocer
a nadie,… me da pereza, no me apetece, la verdad.

Pero por otro lado, lo llevo deseando desde hace meses,
sueño con este día cada resto de días,
sueño con verme corriendo entre árboles,
corriendo mientras amanece,
con la niebla aún de los primeros instantes del día,
y luego el sol,
y sacarme la camiseta,
y seguir corriendo, y no pensar en nada,
y pensar en todo, o en la sonrisa de los míos,
en mis pasos pequeños,
en correr sin dejar huella en el suelo,
pero dejando huella en el alma.

Entonces la balanza se equilibra.
Mañana quizás corra Botamarges,
mañana cumpliré otro sueño.
Espero estar preparado, tengo miedo.

Entrenamiento: Descanso total.